La eliminación del Barça en la fase de grupos de la Champions fue un fracaso. Un gran fracaso. Que ahora se ve agravado por la brillante clasificación para los cuartos de final del Madrid, el Atlético y el Villarreal. Que el Barça no esté entre los ocho mejores equipos de Europa, insisto, es un enorme fracaso. Queda el consuelo de la Europa League, la segunda división continental, en la que los blaugranas están moralmente obligados a ganar el título. O, al menos, llegar a la final. Cualquier cosa que no sea estar en Sevilla el 18 de mayo sería un segundo fracaso. Es el modesto objetivo de esta temporada. Como lo es quedar entre los cuatro primeros de la Liga. Al Barça hay que exigirle que cumpla estos mínimos. Y Xavi está construyendo un equipo para conseguirlo.
Anoche se dio un paso de gigante con la victoria en el campo del Galatasaray. Y el domingo toca provocar un punto de inflexión en el Bernabéu. Este Barça va creciendo a base de buen juego y victorias. Después de muchos meses de desconcierto y desasosiego, el equipo blaugrana ha recuperado el rumbo de la mano de un entrenador que ha impuesto un estilo que nunca tenía que haberse perdido. El Barça cada vez se parece más al auténtico Barça. Lamentablemente, se ha desperdiciado mucho tiempo. Pero ya no es momento de lamentarse por los graves errores pasado. Sino de ilusionarse con el futuro y empezar a disfrutar con el presente.
Ganar en Estambul no fue fácil. El conjunto turco, que había arrancado un empate sin goles en el Camp Nou con un extraordinario planteamiento de Domènec Torrent, volvió a ponerle las cosas muy difíciles a los blaugranas. Tanto que se adelantaron en el marcador y obligaron al Barça a protagonizar una remontada en el infierno turco. La magia de Pedri y la eficacia de Aubameyang (que ya lleva 7 goles en los 10 partidos que ha disputado como blaugrana) catapultaron al conjunto de Xavi hacia los cuartos de final de la Europa League. La primera prueba de fuego de la semana ha sido superada con éxito.
El domingo espera otra, mucho más complicada, en el Bernabéu. Un apasionante clásico. Ganar al Madrid no servirá, desgraciadamente, para ganar la Liga. La diferencia de puntos es demasiado grande (15). Pero sería la certificación definitiva de que este Barça ha resucitado. De que este Barça vuelve a ser un equipo respetado. Un equipo temido. Un equipo que aspira, más pronto que tarde, volver a ser otra vez campeón.