OPINIÓN
El fichaje de Cristiano Ronaldo ha terminado por desdecir una de las sentencias que se manejaban en el fútbol europeo sobre el mercado de fichajes. Y es que el Real Madrid ha dejado de ser un comprador compulsivo para ahora también vender, y a un precio alto, mientras que la Juventus ha dejado de ser ese gran equipo que se deshacía antes de tiempo de sus estrellas para pasar a fichar estrellas.
El portugués se ha convertido en la venta más cara de la historia del club blanco, adelantando a Morata, cuya operación se fraguó el pasado verano, siendo Di María y Özil otros de los cracks que se marcharon recientemente de Chamartín, pero ninguno tenía el peso deportivo del ‘7’. Y es que el máximo anotador de la historia del Real Madrid iba camino de convertirse en un eterno emblema, de los que cuelgan las botas como merengue.
Por eso sorprende la operación, del mismo modo que choca que el destino sea la Juventus, el gran equipo italiano no ha tenido nunca miramientos para abrir la puerta a sus leyendas o ver escapar en el mercado a sus mejores futbolistas, como el reciente caso de Buffon, pasando por la marcha de Bonucci o Pogba, y terminando con el adiós de Zinedine Zidane, quien realizó la ruta contraria a la que ha hecho Ronaldo, de Turín a Madrid y de Madrid a Turín, cambiando las tornas en esta nueva etapa para sendas instituciones.